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Fecha publicación: 25/04/2012

30 sistemas de agua conforman el circuito que José Miguel visita con regularidad. Esta semana tuve el placer de acompañarlo en una parte de su recorrido, con el fin de conocer su práctica diaria laboral sobre la cual había leído e incluso escrito. Esta era la oportunidad de ser testigo de un día real en la vida de un circuit rider.

La primera parada fue en la comunidad de Las Flores, un asentamiento relativamente poblado, de unas 700 familias, con la característica de ser más un núcleo peri-urbano que una comunidad rural. El comité de agua de esta comunidad, no sólo gestiona el sistema de suministro agua, sino que también administra el servicio de alcantarillado e incluso una planta de tratamiento de aguas residuales.

Una de las razones para visitar esta zona era para echar un vistazo a las bombas de las plantas de tratamiento de aguas residuales. El comité de agua de Las Flores recibe una considerable cuenta mensual por el servicio de energía eléctrica, debido al bombeo de la planta de tratamiento. ¡Nunca había visto antes una planta tan gigantesca! El alcantarillado es bombeado desde un gran tanque de hormigón a otro, y sin embargo, luego de este proceso, el agua aún no está completamente limpia.

Es posible que la planta necesite ser rediseñada o se requiera de un tratamiento secundario. No obstante, un posible rediseño de la misma supera el campo de trabajo de José Miguel. Él sólo puede asesorar al operador de la bomba comunitaria con respecto al tamaño y a los procedimientos más favorables para contar con un bombeo eficiente, y de paso mantener la cuenta de energía eléctrica con un valor razonable.

Durante la visita en Las Flores, José Miguel recibió una llamada telefónica del operador del sistema de agua de Las Ánimas, un lugar muy cercano de allí. El operador había realizado pruebas de calidad en el sistema regional y detectó que en un sector determinado los niveles del cloro residual resultaban bastante bajos.

El agua es clorada en diferentes tramos del sistema de acueducto, y probablemente no se añadió suficiente cloro en uno en particular. Nos dirigimos luego a Las Ánimas donde hablamos con el operador y con el presidente del comité de agua.

En ese momento, José Miguel no pudo hacer mucho más para revertir la situación. Para encontrar la causa del problema se necesitaría inspeccionar minuciosamente el tramo y realizar pruebas de cloro residual a lo largo de esa línea. Con un clorador eléctrico, la dosificación puede graduarse mejor y de esta manera el sistema en su conjunto recibe cloro suficiente.

José Miguel iba a volver para controlar este caso en su próxima visita.

Después de la parada inesperada en Las Ánimas, continuamos nuestro recorrido hacia el último destino de la jornada: el pueblo de Santa Teresa. Allí hablamos con los miembros del comité de agua sobre el estado de las cuentas. En la actualidad, el comité se sostiene con lo mínimo cada mes.

Con la ayuda de José Miguel, ellos han desarrollado una estructura tarifaria que parecer ser más justa. Cuando el agua es medida, los usuarios costean la cantidad de agua consumida al precio de costo, de USD $7.50 por los primeros 14 m³/mes. Por cada m³ adicional, se establece una cantidad complementaria. Aunque el número de familias morosas es algo elevado (alrededor de 20%) el problema real parece ser el incremento del costo de la energía eléctrica, vinculado al uso de la bomba. Los miembros del comité estaban al tanto de que existe un subsidio para los comités de agua, por lo tanto es posible recuperar una parte de la cuenta de energía eléctrica.

Ellos le pidieron a José Miguel que les asesorara para solicitar este subsidio.

Estos tres comités de agua son miembros de la Asociación Salvadoreña de Servicios de Agua (ASSA), la cual cuenta con 6 especialistas como José Miguel, quienes atienden entre 25 a 35 comités. ASSA es financiada principalmente por la Asociación Nacional de Agua Rural (NRWA – siglas en inglés), una organización similar que atiende a su vez a comunidades rurales en los Estados Unidos. Además, los miembros de ASSA pueden realizar donaciones voluntarias a la misma Asociación, si lo consideran beneficioso, siempre y cuando sus recursos financieros lo permitan. Recientemente, ASSA rechazó una donación de Santa Teresa, puesto que ya se había realizado un balance de su presupuesto y no era el momento de incurrir en gastos innecesarios.

ASSA no es la única asociación en El Salvador, una asociación similar llamada ANDAR respalda a otros 200 comités de agua. Probablemente hay otras asociaciones similares, cuyo impacto resulta significativo. Por medio del respaldo en aspectos tales como la contabilidad, la cloración, la operación de bombas y los ajustes tarifarios, los miembros de ASSA y ANDAR han provisto servicios mejorados y han contribuido a una mayor sostenibilidad de los comités de agua. El presidente de Las Flores explicó cómo su sistema tuvo una tarifa uniforme de $0.50 en 2002 cuando se unieron a ASSA. En ese momento, el sistema funcionaba bastante mal, por lo que la tarifa no era suficiente para cubrir los gastos de bombeo. Con el respaldo de ASSA fueron capaces de calcular una tarifa más real, la que se incrementó al nivel actual de unos $5/familia/mensual, lo que les permite tener finalmente una pequeña reserva para el repuesto de una bomba.

Las Ánimas no cloraba el agua, ahora sí lo hace, y ASSA desempeñó un papel primordial en su promoción. Los impactos adicionales del trabajo de ASSA se presentan aquí.

Dos de los comités de agua visitados, miembros de la otra asociación, ANDAR, se refieren a cómo ANDAR les ayudó a solicitar el subsidio de energía, en tanto ellos reciben cuentas de electricidad más asequibles. Sin el respaldo de este tipo de asociaciones probablemente estos comités de agua terminarían brindando un servicio con una calidad de agua deficiente o con dificultades o la imposibilidad de bombear el agua diariamente. Algunos de estos sistemas podrían haber colapsado en su conjunto.

Los costos de este respaldo resultan razonables. Un cálculo aproximado de los costos del trabajo de ASSA ascienden a alrededor de los USD 0.25 – $0.47 /anuales/por habitante en las comunidades que ellos atienden. Los miembros de ANDAR pagan alrededor de USD 0.60/anuales/por habitante. Estas cifras están por debajo de los 2-3 /habitantes mencionados aquí anteriormente. Sus costos son bajos porque ellos operan con un presupuesto mínimo (por ejemplo, el desplazamiento con frecuencia a las comunidades en bus y no en grandes camionetas) y no ofrecen asistencia en todos los campos.

Si se brindara apoyo sobre otros temas probablemente aumentarían los costos. Aun así, la ayuda para los trabajos posteriores de construcción parece ser un enfoque rentable lo que podría complementar mejor otros modelos en la fase posterior a la construcción, por ejemplo los del gobierno.

En medio de las discusiones conceptuales acerca de la sostenibilidad de los suministros de aguas rurales, fue estimulante ver el trabajo diario en la vida de un circuit rider, en vez de leerlo, o escribirlo, en blogs como éste.

 

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